La miel de agave es rica en fructosa. Al contrario que la glucosa, la fructosa no aumenta los niveles de azúcar en sangre ni de insulina a corto plazo y, además, no se libera directamente al flujo sanguíneo. Y esta es la razón por la que la miel de agave, y otros edulcorantes de fructosa, se venden como productos “saludables” o “aptos para diabéticos”.
Debido a que prácticamente todo el azúcar que contiene es fructosa y solo una pequeña cantidad es glucosa, el índice glucémico de la miel de agave es muy bajo.
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